La lectura más allá del papel

La hiperconectividad del internet y las redes sociales es una realidad que ha llegado para quedarse, el bombardeo constante de información a través de las pantallas digitales de computadoras, tabletas o teléfonos inteligentes es enorme y supone un importante reto identificar tanto sus potencialidades como sus vicios. Históricamente cada avance tecnológico ha traído consigo efectos positivos y negativos, por lo que atribuir el origen de ciertos males de la sociedad a las tecnologías de información resulta apresurado. Según Ureña et al. (2014) algunos expertos sugieren que la exposición a las pantallas digitales puede estar cambiando la estructura del cerebro de modo que es posible que la sociedad esté atravesando por un proceso de adaptación para poder lidiar con los nuevos retos multitarea y de concentración que la dinámica actual exige. La polémica sobre el tema va en ascenso, sin embargo un hecho es evidente que la forma en como asimilamos la información, memorizamos y aprendemos está cambiando de una forma significativa, a tal grado, que ha encendido las alarmas de una amplia gama de investigadores.

Las preocupaciones suele girar en torno a la posible disminución de las capacidades cognitivas de quienes invierten más tiempo en lecturas a través de fuentes digitales, bien lo reseña el trabajo de Carbajosa (como se cita en Wolf, 2010 en su libro ¿cómo aprendemos a leer?): “se teme que la lectura digital esté cortocircuitando el cerebro del ser humano, hasta el punto de dificultar la lectura profunda, crítica y analítica” (párr.. 3).

Correlacionar la merma de la capacidad de comprensión lectora con el uso frecuente de tabletas, ordenadores o teléfonos inteligentes no es un asunto trivial, con frecuencia los resultados son ambiguos. Considerando que la memorización es un factor que interviene significativamente en la comprensión de textos, la investigación de Ureña (2014) nos arroja datos interesantes al respecto. Se seleccionaron un conjunto de 51 estudiantes universitarios mexicanos con el objetivo de explorar alguna relación entre la frecuencia en el uso de las redes sociales en línea y la capacidad de memorización. El estudio reveló que no hay una relación de causalidad entre la intensidad de uso de las redes sociales, el género, la edad o la carrera universitaria con la memorización, es decir, los datos no respaldan la hipótesis de que aquellos estudiantes que invierten más tiempo en redes sociales y por ende, en lecturas digitales tenga una menor capacidad de memorización.

También existen posturas bastante pesimistas en relación a la lectura digital, como la del reconocido escritor Carr (2010) que afirma que el ambiente digital promueve la lectura apresurada, el pensamiento distraído y el aprendizaje superficial, más aún menciona en su artículo publicado en el 2008 en la revista The Antlantic titulado ¿está Google haciéndonos estúpidos?:

En los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien, o algo ha estado jugueteando con mi cerebro, cambiando el esquema de su circuito neural, reprogramando la memoria. No es que esté perdiendo la mente —hasta donde puedo decir—, pero me está cambiando. No estoy pensando del modo que antes lo hacía.

Me doy cuenta sobre todo cuando leo. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así. Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha.

Creo que sé qué está pasando. Desde hace ya más de una década, he estado pasando mucho tiempo en línea, buscando y navegando y a veces añadiendo a la gran base de datos de Internet. La red ha sido una bendición para mí como escritor. Puedo hacer en minutos la investigación que en un tiempo requería días en salas de la biblioteca o de las publicaciones periódicas. Unas pocas búsquedas en Google, algunos “clics” rápidos en hiperenlaces y obtengo el dato revelador o la cita sucinta que andaba buscando. Pero la ayuda tiene un precio. (Párr. 2,3,4,7)

Si bien la relación entre la disminución de la comprensión lectora con la lectura digital no parece estar del todo definido, es posible afirmar que el consumo frecuente de internet suele estar asociado con frecuencia a algunas conductas perjudiciales para los jóvenes, en este contexto, nos aporta resultados significativos la investigación llevada a cabo por Conde et al. (2010) miembros del departamento de psicología de la Universidad de la Laguna en España. El estudio revela una relación entre el uso de internet y el rendimiento académico en una muestra de adolescentes canarios. En esta ocasión participaron 578 adolescentes en una entrevista semiestructurada sobre hábitos de consumo cuyos resultados arrojaron que la frecuencia diaria de conexión en internet entre los consultados es de dos horas diarias, teniendo la población masculina una media superior a la femenina y encontrándose una correlación entre el tiempo de consumo con el número de faltas a clase y el número de suspensiones pero no con el rendimiento de asignaturas clave en la formación académica como Lengua y Matemáticas.

Ciertamente es pertinente concientizar a los jóvenes sobre un uso racional y sano de los medios digitales, pero lejos de lo que puede considerarse un uso inadecuado, diversos estudios revelan que la disminución de la capacidad de concentración, comprensión o memorización no pueden ser explicadas, al menos completamente, a través del uso frecuente de ordenadores, tabletas o teléfonos inteligente que fomentan la lectura digital. Las tecnologías de información nos han traído innumerables beneficios: han permitido comunicar de forma masiva y permanente a millones de personas, han sido uno de los medios propagadores de conocimiento e información más efectivo que se halla conocido en la historia, han logrado que en la actualidad la gente lea contenidos más variados, de diferentes latitudes sin las limitaciones físicas o de lenguaje, han promovido la formación autodidacta y la colaboración entre distintas personas para proyectos académicos, económicos o sociales, han acercado a la sociedad a la democratización de la cultura al poder ser tanto consumidores como productores de contenido y también han podido ofrecer una disponibilidad casi incontable de contenidos que refuerzan y fortalecen el aprendizaje en la escuela, la universidad o el trabajo, han salvado el mundo de un uso ineficiente y desproporcionado de papel y por ultimo han facilitado a las personas de más bajos recursos adentrarse a un universo de información que épocas pasadas pudo haber sido considerado impensable. En resumidas cuentas, la lectura es un proceso cognitivo que va más allá de papel.

© Alejandro Guipe | Derechos Reservados.

Referencias
Carr, N. (2010). The shallows: what the Internet is doing to our brains. Nueva York: W.W. Norton.

Valerio Ureña, G., Leyva Cantúa, T., Caraza Camacho, R., Rodríguez-Martínez, M. (2014). Redes sociales en línea y la capacidad de memorización de los estudiantes universitarios. REDIE. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 16 (3), 118-128.

Carbajosa, A. (Mayo 2015) ¿Recuerdas cuando se leía de corrido?. [Artículo en línea]. Disponible en http://politica.elpais.com/politica/2015/05/06/actualidad/1430927826_ 380794.html. [Consultado, 20 enero 2016].

Wolf, M (2010). ¿Cómo aprendemos a leer? Madrid- España: Ediciones B No Ficción / Divulgación

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